Cada sancarlista tiene una opinión personal sobre lo que es el San Carlos. Esta opinión está basada en la percepción del colegio de cada uno de los estudiantes desde su experiencia. Esto varía desde el sancarlista que se enorgullece por cada cosa que hay en el colegio y lo defiende a capa y espada, hasta aquellos que lo detestan y lo tildan de correccional. Dichas opiniones parecen haber cobrado una fuerza particular este año escolar. Ante el vacío que deja en el colegio el retiro del Padre Francis Wehri, se debaten puntos de vista sobre qué es el colegio, qué diferencia al colegio de otros colegios, si el colegio va a cambiar cuando el Padre Francis se retire, si debería tomar aquella dirección o la otra. 

Afortunadamente, no son las percepciones de cada estudiante, profesor o padre de familia las que deciden lo que va a pasar con el colegio. Y digo afortunadamente porque considero que la gran mayoría de los sancarlistas ignoramos por completo lo que es el colegio más allá de nuestra experiencia personal. El colegio no se fundamenta en nuestras experiencias o nuestras opiniones, sino en el hecho de formar parte de un monasterio y de tener una visión que le fue dada hace más de cincuenta años. No nos vendría mal recordar que Monseñor Concha pidió a los monjes de la Abadía de la Asunción formar un colegio Benedictino en Bogotá que buscara formar futuros líderes de la sociedad. Tampoco nos vendría mal recordar que no somos un colegio con monasterio, sino un monasterio con colegio. Todo el reglamento y la filosofía del colegio están fundamentados en la filosofía benedictina, más específicamente, en la Regla de San Benito.
La Regla de San Benito, escrita por el santo en el siglo VI, busca reglamentar y guiar la vida monástica, desde aspectos técnicos como los horarios hasta guiar el camino espiritual de los monjes. Es la vivencia del famoso lema ora et labora: una vida dedicada a la oración, la vida espiritual, el trabajo, y la obediencia como forma de vivir la vocación religiosa en contemplación. Este es el fundamento del Monasterio Benedictino de Tibatí y del reglamento del colegio. Fue el Padre Valerian Odderman quien durante su tiempo como Prior se preocupó por que el reglamento del colegio adaptara los principios de la Regla de San Benito. En años posteriores, Jorge Celis, actual vicerrector académico, contribuiría a consolidar el reglamento del colegio para que funcionase acorde a la educación Benedictina.
La Regla de San Benito ha definido la relación del colegio con sus estudiantes partiendo de una confianza en ellos, creyendo que trabajan por el bien general, y buscando que puedan mejorar y crecer mediante el estudio. Esto se ve aplicado en metodologías del colegio que algunas veces los estudiantes obviamos como parte del funcionamiento. El colegio deposita una confianza en los estudiantes bajo la idea de que están haciendo las cosas bien y para bien de todos. El objetivo de este voto de confianza es que los estudiantes puedan responsabilizarse por cumplir con sus deberes de forma autónoma y comprometida, sin necesidad de un policía que revise todo lo que hacen. La Regla parte de ese principio de que el hombre es bueno y busca hacer el bien, pero reconoce la existencia del error y la necesidad de mejorar. Por esto, el sistema de sanciones del colegio está pensado para evitar sanciones graves, como la expulsión de miembros de la comunidad (en la medida de lo posible), y busca que las sanciones sean únicamente medidas de corrección. La jerarquía del colegio y los hábitos de estudio complementan esta visión de la necesidad de mejorar. La jerarquía y el seguimiento de los conductos regulares buscan esto al aplicar la obediencia desde una visión Benedictina que busca un crecimiento cuando se renuncia a la voluntad personal y se busca obedecer a un guía. Por otra parte, para los monjes, es mediante los hábitos que se llega a mejorar y las personas llegan a ser virtuosas al practicar algo constantemente y pulirlo a medida que se avanza. En estos pocos ejemplos de la aplicación de la Regla de San Benito en el colegio se evidencia cómo la Regla fundamenta la relación del colegio con sus estudiantes y las herramientas que el colegio da a los estudiantes para mejorar y lograr una excelencia académica.
El secreto del Padre Francis ha sido ser ejemplo vivo de la filosofía Benedictina. El problema ha sido el desconocimiento por parte de los demás miembros de la comunidad del verdadero fundamento del colegio. Al desconocer la Regla como fundamento, empezamos a creer que lo que define al colegio son otras cosas, y perdemos el norte de qué busca dar el colegio a sus estudiantes. Tal vez si los estudiantes conociéramos mejor esa filosofía podríamos aportar más al colegio, conocerlo mejor, o intentar parecernos un poco más a ese Rector que ha dedicado su vida a servirle al colegio. Si no se olvidan estos principios Benedictinos y se continúan aplicando en el colegio, no se perderá el legado del Padre Francis. En momentos de la historia del colegio como cuando el Padre Valerian llegó a ser Prior (en uno de los momentos más duros de la historia del monasterio), y cuando el colegio cumplió 50 años, se usó la expresión “Manos a la obra” para llamar a la comunidad a buscar la excelencia académica. Este momento de transición que sufrirá el colegio por el retiro del Padre Francis debe estar acompañado de esa invitación a decir “Manos a la obra”: a que toda la comunidad Sancarlista trabaje por preservar el legado del Padre Francis, a procurar que la filosofía Benedictina siga permitiendo el crecimiento de la calidad educativa de nuestro colegio.

 


Agustín Hernández G. 11°B

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