Edición nº 318 – Junio. 2016
El exalumno Felipe Carreño escribió la introducción a la obra ¨Prohibido suicidarse en primavera¨ para el inicio de Junio del año 2012. Era una obra espléndida. Recuerdo aquel anfiteatro atiborrado de personas convertido en el despacho de un proyecto sádico pero a la vez puro y hermoso: la idea de un lugar para los que querían terminar con su vida, ofreciéndoles las más lujosas cuerdas de ahorcar, venenos y sillas eléctricas, para que así entendieran que la muerte estaba a tan fácil alcance de todos que no era una victoria y que lo que valía como nada en el mundo era la vida. El arcaico guion de Alejandro Casona fue adaptado por once mentecatos de todas las índoles (deportistas, lectores, músicos, bromistas e incluso una profesora) y cursos: entre ellos estaba yo, que muerto de miedo por estar en sexto y ser un niño tímido, cerré los ojos y me adentré en el foco de las ardientes luces luciendo maquillaje, peluca, tacones y vestido de una anciana demente. El teatro bramó de risas, suspiros, sonrisas, e incluso llanto por tres días.
El olvido se tragó todo: ninguno de los mayores insistía lo suficiente y no serviría de nada que un niño de sétimo u octavo corriera por los pasillos buscando auxilio para su sueño. Vi el mítico grupo de teatro hundirse en la marea cuando acababa de subir a flote. Tal vez yo era el único con una pasión tan desenfrenada por esa experiencia. Talvez el destino quiso que no pasara nada hasta hoy para que la pasión me consumiera hasta llevarme a invirtiera mi sueño, mis recreos, mis salidas con amigos o mi novia, etc. en el sueño de que renaciera el grupo de teatro. Dos años volví a caer y di todo por perdido.
El incondicional apoyo de profesores (Helbert, Maria Trinidad, Kelley, Juan Carlos, Robert, etc.), las sonrisas de mis amigos, los empujones y enseñanzas de las directivas, y aquellos gritos de unidad repetitivos me impulsaron a intentar una vez más. Pude abrir el camerino del teatro y encontrar entre telarañas los guiones que memoricé, mi disfraz, el cartel de la obra y a los espejismos de mis viejos compañeros sonrientes luego de una exitosa función. Desde Noviembre vengo cada martes y jueves al teatro. Careciendo de director, convoque a veinte personas que creían en esto, y yo mismo decidí evitar que el tiempo se escapara, e hice las veces de actor, director y profesor con los pocos elementos que recordaba. El sábado once y viernes diecisiete de Junio se volverán a abrir las puertas del teatro. Allí encontrarán músicos, actores, un director, meses de trabajo y años de sueños. Gracias a todos por su apoyo: los esperamos con ansias.
Juan Diego Barrera Sandoval 10A